Los políticos que no amaban a los árboles

Antes y después de una poda destructiva. Por fuera del Corte Inglés de Las Palmas de Gran Canaria. Cortesía de @stoparboricidio (twitter).

Los árboles urbanos son imprescindibles en las ciudades. Gran parte de la población los considera un hermoso elemento decorativo, aunque lo cierto es que su papel en la disminución del impacto nefasto de la contaminación es crucial. Son capaces de absorber más de 100 kg de CO2 al año. Y no es el único beneficio que aportan en los núcleos urbanos; enfrían el aire y colaboran en la biodiversidad, siendo el hogar y sustento de pájaros y otros seres vivos. 

Imágenes cedidas por vecinos de la Calle 25 de Julio en Santa Cruz de Tenerife

La importancia de los árboles para combatir el cambio climático está sobradamente probada por varios estudios en los últimos años. Una hectárea de zona arbolada urbana produce al día el oxígeno equivalente al que consumen seis personas. A pesar de todos estos datos científicos, los políticos de nuestro país no parecen estar concienciados, y la tala de árboles en nuestras ciudades es un denominador común.

Imágenes cedidas por vecinos de la Calle 25 de Julio en Santa Cruz de Tenerife.

Arboricida es un neologismo recientemente introducido por la RAE. Es un adjetivo definido de la siguiente manera: “que destruye los árboles”. Y también ha incluido la palabra arboricidio, cuyo significado es la “tala injustificada de árboles”. Y no es cuestión casual que dichos términos sean nuevos en el diccionario. 

En los últimos años el debate sobre la tala de árboles en espacios urbanos ha ido en aumento. Existe legislación vigente en muchas ciudades al respecto que los protegen, o deberían protegerlos, pero siempre pervive algún resquicio en las leyes a las que se agarran las autoridades para talar, según vecinos y ecologistas, de forma indiscriminada. 

En estos momentos, la capital del país es un hervidero de protestas vecinales por la tala en el parque de Madrid Río. Una masiva manifestación salió a las calles el mes pasado para pedir que no se talaran más árboles. El motivo de la tala es la ampliación de la línea 11 del metro. La protesta tuvo una respuesta inmediata de la Comunidad de Madrid, y se comunicó que se paralizaría y habría cambio de planes. Sin embargo, no se ha especificado cómo se va a llevar a cabo exactamente, y todo indica que los vecinos tendrán que continuar su lucha. 

Cortesía de @salvemoslaarboleda (instagram) sobre la problemática de la tala injustificada de árboles en Madrid.

En Canarias sabemos mucho sobre esto. Ciudadanos comprometidos y activistas llevan años denunciando la destrucción de espacios verdes, sin causa clara que lo acredite. Las autoridades locales argumentan que se ha incrementado el número de estos espacios, pero sería necesario examinar con lupa qué especies se han colocado, en sustitución de cuáles y, sobre todo, en base a qué. 

Ya que es un temor nada infundado que, en muchas ocasiones, las motivaciones reales consisten en dejar la vía libre a proyectos urbanísticos (con bastante dinero de por medio), a los cuales los árboles les impiden instalar el cemento. Los casos en las islas que han despertado en los últimos años la indignación popular son los suficientes como para necesitar varios artículos más. 

Así que vamos a referirnos aquí a algunos aún candentes en el archipiélago. Antes recordemos a los lectores que la gran mayoría de las especies no están bajo el amparo de la legislación vigente. A pesar de ello, expertos y organizaciones como Ecologistas en Acción, animan a la población a estar vigilantes, puesto que precisamente es necesario ampliar esta protección. 

El verano pasado el Parlamento de Canarias admitió a trámite una iniciativa popular de más de 18.000 firmas, que prohíbe talar árboles en zonas urbanas. Curiosamente solo Madrid registraba hasta ese momento una propuesta legal similar. Sin embargo, al igual que allí, aquí prosigue el arboricidio y las quejas ciudadanas son constantes por este tema. 

Tejeda, en Gran Canaria, un antes y un después

Telde es un municipio en el que, desde hace años, se denuncia por parte de los vecinos la tala injustificada de árboles. Algunos argumentos para excusar estos arboricidios han sido por parte de los gobernantes que dichos árboles “molestaban” a los vecinos por su tamaño o sus raíces. Estas explicaciones resultan peregrinas, porque no parece lógico arrancar decenas de ejemplares por un hecho que, si fuera cierto, suele ser puntual y requiere de medidas menos drásticas. 

En Telde algunas autoridades locales llegaron a responsabilizar a los vecinos de la desaparición de algunos árboles o de su degradación. Lo que añade un capítulo surrealista a la situación y a la desesperación de los ciudadanos que llevan años poniendo en conocimiento público estos hechos. 

Imágenes del municipio de Adeje en la isla de Tenerife, cedidas por una turista alemana.

En Santa Cruz de Tenerife quienes viven en las calles que dan a la Rambla se inquietan con cierta frecuencia del ruido de las máquinas talando. Un sonido muy reconocible e inconfundible para los chicharreros, especialmente para los que habitan en el centro. Hace unos años se extirparon de las calles una cantidad significativa de Laureles de Indias centenarios. 

La justificación, en este caso, reside en la enfermedad de los ejemplares, y en el posible peligro de que caigan, en este estado, a la calzada. Los expertos, sin embargo, señalan que es una especie tremendamente resistente, y que si bien el suelo y los contaminantes han podido afectarles, es imprescindible examinar caso por caso, ya que la tala debería ser la última opción a considerar. 

Por otro lado, que los ejemplares no estén sanos solo remite a una escasez de concienciación ambiental y de cuidado por parte de las administraciones competentes. La tala de estas especies comenzó hace años y este pasado mes de febrero han continuado cerca de la Comandancia de Marina. 

Avenida Anaga (lo que queda de un árbol centenario) e imágenes varias de Santa Cruz de Tenerife.

Asimismo este pasado verano se ha denunciado la tala de dos especies (un Eucalyptus y una Araucaria) en la carretera al mirador de Humboldt. Estos ejemplares no resultaban una amenaza para la seguridad vial, ni de los viandantes, dada su ubicación. 

Foto de la carretera al mirador de Humboldt  en la TF21 antes de que mataran esos árboles.

Actualmente, según los datos, unos 100.000 árboles corren el riesgo de ser talados en Canarias, ya que sobre ellos cae la sombra de las futuras construcciones urbanísticas. Y aunque, ciertamente, la ley no permite en principio talar ejemplares relevantes por su antigüedad o tamaño del tronco, por ejemplo, la realidad es que corre a cargo del político en cuestión decidir en última instancia si se realiza o no la tala. 

Las presiones urbanísticas hacen mella en nuestros gobernantes y esto da como resultado decisiones muchas veces realmente inexplicables que dejan nuestras ciudades desprovistas de estas joyas de la naturaleza. 

 * Texto enviado por una escritora Canaria, comprometida con el medioambiente y que de momento desea permanecer anónima.

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